La mejor campaña que puede realizar Cobos para su candidatura a presidente en el 2011, es la que haciendo ahora: desgastar al gobierno desde adentro. No importa el resultado ni el volumen político de sus operaciones o palabras, él trabaja para su kiosco y lo hace sin descanso.
En 2008, cuando Cobos hizo lo que hizo, no era conveniente una respuesta presidencial con pedido de renuncia. Al fin y al cabo, la fórmula presidencial era el resultado (fallido) de una alianza electoral totalmente válida.
Pero transcurrido un año y medio, está claro que la fórmula no sólo está enterrada sino que uno de sus integrantes acaba de inaugurar -y profundizará- el clima de dos gobiernos gobernando. Tal vez sea la perversa forma de demostrar que un radical como él puede también llevar adelante un país, a falta de otras credenciales en gestión. Porque si hay algo que puede restarle votos a la buena imagen de Cobos es el vacío de su “liderazgo”.
Lo que quiero decir es que es hora de que Cristina le pida una definición al vicepresidente. Si va a ser candidato, que lo diga y renuncie ahora porque su indefinición, mientras sostiene sus intenciones de postulación, es un peligro para las instituciones que tanto dice defender.
¿Acaso un gobierno peronista se puede permitir la sensación que quieren generar Cobos, los principales dirigentes opositores y el sistema de medios, de una gestión paralela? No digo que eso exista, ni siquiera que se logre; digo que las maniobras van en ese sentido y sus ejecutores cuentan con poder político y palanca judicial para provocarlas, aunque más no sea con el único fin del desgaste, que le será altamente redituable a cualquier proyecto opuesto al actual.
Vamos Cristina, armate la segunda conferencia de prensa o una cadena nacional, y pedí públicamente y con todo respeto (¿para qué prepotearlo?) una definición a tu vice.